Ansiedad

Archivo codificado

    Es increíble como la mente esconde en lugares profundos recuerdos que hemos bloqueado por la dificultad de afrontarlos en ese momento. Lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿estaremos listos en algún momento? Mi respuesta es clara, por supuesto. Todo se trata de preparar nuestra mente y para eso hace falta voluntad y valentía. Que se consigue con el trabajo con nosotros mismos desde el amor.
 
    Leí que numerosos estudios sugieren que nuestras emociones, decisiones, acciones y comportamiento depende del 90% del pensamiento que se da de manera inconsciente. Por lo que es lógico pensar que hay muchas cosas de nosotros mismos que hemos bloqueado y que desconocemos de nuestra forma de pensar, sentir y actuar.

    El otro día leyendo el libro titulado *Sin miedo* de "Rafael Santandreu", que es uno de los psicólogos que más vende en nuestro país. Pues bien, me vino una imagen a la mente y sentí un desconcierto que me abrumó por unos segundos, en realidad no sé si primero me abrumé, vino la imagen a mi cabeza y después me permití pensar ¿Qué es esto? y empecé a recordar de manera instantánea. 
    
    Hace más de 5 años tuve un episodio de terror en mi casa. Estaba en el salón y era de noche. Mi marido andaba por la cocina, cuando yo sentada en el sillón sentí aire en mi oído, como si me soplaran. Entonces me asusté y desconcertada me levanté caminé unos pasos y mi marido que supongo que me vio la cara desencajada se acercó. Nuestro perro también andaba cerca de mí como nervioso. De repente sentí una presencia detrás de mí y con rostro de pánico y terror, di un grito. Estaba desalada, lloraba como cuando abren una presa y el agua parece ir sin rumbo. Nuestro perro ladró y mi marido me decía asustado ¿Qué pasa? Cuando le conté él no daba crédito. No sabía que pensar, que decirme. Sólo pudo consolarme e intentar tranquilizarme.

Ahora desde la distancia soy capaz de reconocer que eso fue un ataque de pánico, un desequilibrio emocional. No fue fruto de un día, eso se cosechó durante meses, quién sabe si años.
Yo llevaba una época con pensamientos negativos, que si no encontraba trabajo, que si no valgo para nada, etc. Y vengo de una familia religiosa. Todo un cóctel.

Mi abuela para descanse, iba todos los domingos a la iglesia y en su educación había mucho de cielo e infierno. Mi madre menos practicante, pero sí creía en el diablo, Dios y los ángeles. La televisión de dos canales ponía cada semana películas de vaqueros o religiosas, que fueron siendo historias de la biblia, de exorcismo, que si demonios... Y mi madre a menudo contaba recuerdos de su niñez en dónde hablaba de apariciones, cosas extrañas. Ahora que lo pienso, ella podría haber escrito historias de terror.  Es para darle un poco de humor al asunto. Aunque en esos momentos yo tendría tal vez siete años y crecí escuchando historias similares de su niñez y a personas que venían a casa que también contaban sucesos espeluznantes que decían que estaba pasando en sus vidas. Y es que mi madre echaba las cartas y según ella, las leía. 

Por eso en mi adolescencia y de adulta, me veo y recuerdo estar casi siempre asustada. Dormía con una hermana en la habitación, y aún así había noches que me costaba dormir, tapada con la manta aunque hiciera calor, sudando pero sin poder destaparme por el miedo, asustada de que algo abriera la puerta o yo que sé. Sí, así crecí. No digo que mi madre quisiera que yo viviera atemorizada por todo aquello. Simplemente ella se educó y crío de una manera y supongo que era su forma de prepararme y enseñarme el mundo como ella lo entendía. 

Pues bien, en un momento de mi vida en que las cosas no me iban bien, buscaba trabajo desesperada, andaba estresada mentalmente, me cuestionaba para qué estaba en este mundo, mi relación sentimental estaba más fría. Sólo me venían pensamientos negativos a la cabeza. A veces me sobreponía para poner una cara amable y que no se preocuparan por mí, pero luego cuando estaba sola lloraba como una descocida y angustiada parecía a veces que me faltaba el aire e imaginaba un futuro incierto. Y eso se volvió como una obsesión que me atormentaba día y de noche. Ansiedad, sufría de ansiedad y en ese momento no le puse nombre porque desconocía lo que era ese estado. Así fue como mis emociones se desequilibraron de tal  manera que al no encontrar un vía de escape saludable ni pedir ayuda para ello. Los ataques de pánicos aparecieron en mi vida.

Y comencé a preguntarme si eso me iba a dominar. Si el miedo iba a controlar mi vida. Empecé a darle importancia a mi yo interior, a mis pensamientos. Intentaba decirme palabras positivas porque no quería estar de esa manera. Me levantaba con la misión de hacer algo por mí. Empecé a ir con una hermana una vez al mes a meditación al aire libre en grupo ¡madre mía! Fue genial. Eso me ayudó a aclarar mi mente, a centrarme más en mí. A conocer libros de autoayuda que después me abrieron otro mundo.

Me veo en el pasado y aunque fui esa persona, apenas me reconozco. La capacidad de resiliencia. Hay personas que para superar situaciones en su vida necesitan de otra persona o de un profesional. Y eso está bien. Yo no pedí ayuda, pero trabajé mis capacidades y lo conseguí. Tal vez hubiera sido más fácil de otra manera, pero eso no importa. Porque todo pasa por algo y sólo de esa forma pude desarrollar el potencial que había en mí. Que me preparó el camino para superar otras experiencias que fueron sucediendo y que me llevan a la persona que soy aquí y ahora. 

Purpurina








Comentarios

  1. Respuestas
    1. Gracias corazón. Escribir es terapéutico para mí. Y si puedo ayudar a alguién me siento doblemente agradecida.

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  2. Gracias cuñada por tan bellas palabras, seguiré leyendo más. Si te gusta y te ayuda sigue adelante. Con esto ayudas y ayudarás a más personas. Ánimo podemos con todo.

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    1. Gracias cuñi, tú siempre animando y motivando. Eso me encanta de ti. También tú sigue superándote cada día y con esa actitud positiva. Besitos

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